jueves, 25 de febrero de 2010

La historia del submarino ARA San Luis

A las siete y media de la mañana, Alejandro Maegli estaba a punto de entregar la guardia y meterse en la cama cuando de pronto el sonarista del submarino le dijo una frase que lo dejó helado: "Señor, tengo un rumor hidrofónico".

El teniente de fragata pegó un respingo queriendo creer que el operador se había equivocado.

A veces las ballenas o el krill producen "rumores biológicos" y pueden confundir al más experimentado de los técnicos del sonar. Pero el ruido venía del Noreste y sus características se iban confirmando con el correr de los minutos. Maegli era jefe de comunicaciones y tenía la obligación de despertar al comandante. Lo hizo: "Despiértelos a todos, uno por uno, y colóquelos en sus puestos de combate", le ordenó el capitán.

A Maegli se le puso la piel de gallina. En ese momento sólo podía sospechar lo que iba a ocurrir. Pero no podía saber con certeza que comenzaría la primera batalla submarina del Atlántico Sur, que venían hacia ellos helicópteros ingleses a ras del mar, seguidos de cerca por los buques de la Royal Navy, y que los esperaban veintitrés horas de miedo, suspenso, persecución y explosiones.




Era el 1° de mayo de 1982 y el submarino ARA San Luis tendría su bautismo de fuego en la Guerra de las Malvinas.

Maegli es hoy contralmirante y director del Área Material Naval, y tiene a su cargo la difícil decisión de reparar o sacar de servicio para siempre a esa nave llena de fantasmas que espera en silencio, roja por la pintura antióxido, en una dársena del puerto de Buenos Aires. ¿Cómo resolver con la cabeza un asunto del corazón?

Alejandro encontró su vocación en Mar del Plata a los cuatro años, durante una visita escolar. Un submarino reposaba en silencio, pero traía consigo ecos de aventuras, y Alejandro se metió luego en la Escuela Naval con el único propósito de surcar bajo el agua los mares del mundo. Hizo una experiencia en un buque barreminas. "Para ser oficial barreminas no hay que ser loco, pero te ayuda bastante", dice el refrán. Y después sirvió en un buque de apoyo. Finalmente, ingresó en la Escuela de Submarinos, que es muy exigente, y aprendió de memoria, uno por uno, los múltiples mecanismos internos de esa naveLa primera vez que entró en el San Luis todo se le venía encima. Parecía realmente un lugar de confinamiento. El submarino es un cilindro que mide 50 metros desde el timón a la proa, 11 metros desde la quilla hasta el tope de la vela y 5 metros con veinte centímetros de lado a lado: ése es el diámetro de un caño donde deben vivir, trabajar, dormir y recrearse treinta y cinco hombres durante semanas y, a veces, meses de misión submarina. Travesía en la que se habla en voz baja, se come poco "porque la navegación te quita el hambre", y donde luego de la vibrante marcha en superficie y las maniobras de inmersión sobreviene una extraña serenidad espacial.

El submarino había sido comprado a Alemania en los años setenta, había llegado desarmado a la Argentina y había sido montado pieza por pieza en Buenos Aires. Pero para la época de Malvinas presentaba algunos problemas: no podía desarrollar velocidades de inmersión superiores a los 14 nudos y uno de los cuatro motores diesel que permiten cargar las baterías a través de un snorkel no funcionaba. Así y todo, Maegli no estaba tan preocupado por estas limitaciones como por su mujer, que estaba a punto de dar a luz. En marzo de 1982, ese padre primerizo, que apenas tenía 27 años, tuvo que zarpar en misión de adiestramiento y subirse por las paredes del submarino esperando la buena nueva. Estaban haciendo ejercicios con tres corbetas cuando llegó la noticia de que había nacido su hija María Inés. Los festejos a bordo fueron discretos, pero afectuosos.


A mediados de mes llegó otra orden: debían suspender los simulacros y retornar a Mar del Plata. Un amigo se lo encontró en tierra. Partía al día siguiente en el submarino Santa Fe. "Flaco -le dijo a Maegli en un susurro-me voy a Malvinas." Alejandro sospechaba que algo grande se avecinaba, pero no tenía tiempo de meditar demasiado: corrió a ver a su mujer y a conocer a su hija, y los acontecimientos del 2 de abril lo sorprendieron como a casi todos nosotros. Sintió entonces una íntima contradicción: alegría patriótica mezclada con angustia y extrañeza. Hacía pocos meses había confraternizado con los oficiales del submarino inglés HMS Endurance, que había hecho escala en Mar del Plata. El Endurance atacaría luego, con torpedos y el apoyo de helicópteros, al submarino Santa Fe.

Recibieron la orden de alistarse contra reloj y hacerse a la mar el 11 de abril. Salieron de noche, con órdenes secretas. Cuando abrieron el sobre descubrieron, tragando saliva y con los ojos bien abiertos, que debían patrullar el "Área Enriqueta", frente a Puerto Deseado. La luna brillaba en la dársena: navegaron hasta la altura de cabo Corrientes y se sumergieron. Maegli preparó las cartas de navegación y leyó la consigna: "Autorizado uso de armas en defensa". No podían atacar a nadie, porque las negociaciones diplomáticas no se habían agotado. Pero ese despacho lo obligó a procesar psicológicamente el hecho de que por primera vez no se trataba de un entrenamiento: era la guerra.

Pasaron varios días haciendo recorridos y subiendo el snorkel media hora para obtener energía y oxígeno: ésos eran los momentos de mayor vulnerabilidad de la nave. Luego todo fue esperar y madurar la idea del combate. Salvo, claro está, cuando sucedió lo imprevisto: una avería en la computadora de control de tiro. Llevaban a bordo 10 torpedos alemanes y 14 estadounidenses. Pero sin esa computadora, la única alternativa era lanzarlos de manera manual. Trataron de repararla, pero no tenían a bordo los elementos con qué hacerlo, y el 27 de abril recibieron otro mensaje: "Destacarse y ocupar «Area María». Todo contacto es enemigo".




Eso significaba que debían desplazarse a una zona cercana a la isla Soledad y que allí no había buques argentinos. Cualquier "rumor hidrofónico" tenía entonces que ser, forzosamente, una nave inglesa, y la orden era dispararle, sin dudar.

El 1° de mayo Maegli juntó a todo su equipo de informaciones de combate. Se sentaron alrededor de una mesa minúscula y él descubrió que le temblaban las piernas y que no podía levantar la cara. Cuando la levantó vio que sus camaradas estaban en idéntica actitud de pánico. Vadeó como pudo ese pantano y comenzó la reunión de análisis. Luego se colocó los auriculares: el blanco venía hacia ellos y el comandante ordenaba preparar tubos de torpedos y movimientos submarinos para encontrar la mejor posición de tiro. En un momento, el sonarista oyó explosiones y hélices de helicópteros. Se aproximaban tres helicópteros antisubmarinos con los sonares desplegados y largando cargas de profundidad a ciegas. A medida que analizaban los sonidos y señales se daban cuenta de que los Sea King avanzaban abriéndoles camino franco y seguro a varios buques británicos de guerra. Cuando estaban a 9000 yardas, Maegli le dijo a su capitán: "Señor, datos de blanco ajustados". El comandante gritó: "¡Fuego!" Y el torpedo salió disparado con trepidaciones y ruidos escalofriantes. Llevaba consigo un cable de guía a través del cual se podía teledirigir su dirección. Pero a los pocos minutos un oficial informó que el cable se había cortado. El torpedo seguía ahora corriendo, aunque de manera autónoma, y estaba programado para ir ascendiendo con el objeto de asegurar el impacto. El problema es que, al hacerlo, se hacía visible. En cinco minutos absolutamente todos los buques ingleses desaparecieron del sonar, y el torpedo se perdió en la nada.

No era difícil para los helicopteristas ingleses ver el trazado del disparo y calcular la posición del San Luis. A Maegli se le secó la boca. Pasarían de cazadores a presas en segundos; los ingleses, a gran velocidad; los argentinos, en cámara lenta.

El capitán ordenó evasión a toda máquina y el sonarista dijo: "Splash de torpedo en el agua". Les habían disparado y ya se sentían los sonidos de alta frecuencia que el proyectil inglés emitía al acercarse. "Máxima profundidad", ordenó el comandante. Y a continuación mandó lanzar falsos blancos. Se usaban señuelos, pastillas gigantes que en contacto con el agua hacían burbujas y confundían con sus ecos apócrifos. Los llamaban "Alka Seltzer". Después de expulsar los dos señuelos, el sonarista informó de algo que galvanizó a todos: "Torpedo cerca de la popa". Maegli pensó: "Cagamos, nos está persiguiendo, nos va a reventar". El sonarista agregó: "Torpedo en la popa".

Diez segundos y un año después, el operador dijo, con su voz metálica: "Torpedo pasó a la otra banda". Una alegría silenciosa, un cierto alivio recorrió el cilindro: el torpedo inglés había pasado de largo y se perdía en el mar. Se habían salvado por un pelo.




En ese instante mismo comenzó el hostigamiento. Los Sea King se acercaron lanzando sus cargas y sacudiendo el océano. Tiraban todavía sin tener la posición exacta del San Luis, que bajaba y bajaba. Pescaban con bombas a unos quinientos metros del mentón del teniente Maegli. El submarino fue reduciendo su velocidad y se asentó con un golpe en el fondo de arena. Cada veinte minutos los helicópteros llegaban y soltaban sus explosivos, reemplazándose los unos a los otros en la tarea durante horas y horas. Las ondas expansivas no llegaban y entonces el máximo problema era el oxígeno. Sin poder sacar el snorkel, el dióxido de carbono subía y el peligro aumentaba. El comandante ordenó que la tripulación abandonara sus puestos de combate y se metiera en la cama: había que gastar lo menos posible. Meterse en la cama y dormir en un submarino que está en el fondo del mar y al que le siguen disparando debe ser una de las experiencias más inquietantes de la vida. A pesar de ella, Maegli pensó: "El problema no es el miedo sino cómo controlarlo", y se quedó dormido.

Veintitrés horas después del primer "rumor hidrofónico", el sonarista anunció que el área estaba despejada. El San Luis emergió a plano de periscopio, sacó el snorkel y la antena, y recibió la triste información de que habían hundido al Santa Fe en las Georgias. El teniente pensó en su amigo y en los oficiales del Endurance, y luego no pensó más que en hacerse fuerte y seguir haciendo su trabajo. "Ya teníamos callosidades en el alma, ya éramos diferentes", dice hoy, al recordar aquel bautismo de fuego.

Cinco días más tarde, en un teatro de operaciones infestado de naves enemigas, los sensores acústicos volvieron a detectar "ruido hidrofónico". "Posible submarino", dictaminó el operador. Y el comandante ordenó de nuevo que todos ocuparan sus puestos de combate y que el San Luis avanzara hacia el blanco, que tenía un extraño comportamiento zigzagueante. "Blanco alfa muy cerca", dijo el operador. Estaba a unos 1500 metros. Dispararon un torpedo antisubmarino de recorrido corto y escucharon una detonación tremenda. Pero nunca pudieron determinar a qué le habían pegado.




En la madrugada del 11 de mayo, Maegli estaba nuevamente de guardia cuando el sonar detectó una fragata misilística que venía del Este, y al rato otra del Norte. Todos estaban en sus puestos. Y allí, provisionalmente en pausa de combate, les sirvieron un memorable arroz con tomate que los submarinistas comieron con los músculos en tensión, como si fuera lo último que probarían antes de morir. Luego comprendieron que los dos buques británicos convergían sobre el estrecho de San Carlos y el capitán ordenó atacar el blanco más cercano a la costa. "¡Fuego!", volvió a gritar, a una distancia de 5200 yardas. Tardó tres minutos en cortar cable. Pero todos los tripulantes acompañaban mentalmente la corrida del torpedo. Hasta que, de repente, Maegli escuchó un clanc. Un alarmante ruido de chapa. El sonarista informó que los blancos huían a toda máquina. El proyectil había pegado en el casco, pero no había explotado. El proyectil, una vez más, no estaba en buenas condiciones. Los dos buques ingleses venían de hundir con artillería al ARA Islas de los Estado, un barco argentino que transportaba municiones y combustible de avión. Habían muerto más de veinte hombres en ese naufragio.

Cuando el capitán comunicó al Comando de Operaciones Navales las fallas del torpedo y les recordó las dificultades en el sistema de tiro, recibió una directiva terminante: volver a casa. Regresaban a Puerto Belgrano de noche y en silencio: no habían logrado hundir ningún buque y aunque habían provocado, tal como confesaron luego los ingleses, una verdadera psicosis en el mar y habían logrado retardar con su amenaza submarina el desembarco en las islas, llevaban un regusto amargo. "La prevención, el desgaste de energía y el temor que genera un submarino es terrible", me explica el contralmirante Maegli; se nota que aquella amargura no se le ha borrado de la boca.

Atracaron en secreto en la base naval y comenzaron a realistar el San Luis, metiéndolo a dique. El teniente llegó estresado, barbudo y con la misma ropa con que había salido de Mar del Plata a su departamento de casado, y durante una semana no respondió preguntas ni salió de la cocina de dos por dos: sólo se sentía seguro en lugares reducidos.

Nunca el San Luis pudo volver al teatro de operaciones. Trajeron a dos expertos para repararlo, pero tardaron cuarenta días y eso dejó al submarino y a su tripulación fuera de la guerra. El 14 de junio los tapó la tristeza. Maegli siguió prestando servicio en el San Luis, y en 1983 lograron que los técnicos alemanes revisaran los mecanismos, explicaran las razones de los desperfectos en sus torpedos y en el sistema de tiro que habían fabricado, y pudieran hacerse las modificaciones necesarias.




Alejandro siguió una larga carrera de perfeccionamiento profesional. Fue comandante del ARA Salta -gemelo del San Luis-, director de la Escuela de Submarinos y agregado de Defensa en Canadá. Un amigo de Ottawa le regaló un libro donde figuraban las grandes batallas submarinas de la historia. Un historiador británico, especializado en el tema, narraba las dramáticas aventuras de un submarino argentino que había escapado de milagro al acecho de la Royal Navy: el San Luis. Maegli no quiso leerlo así como no quiere visitar el submarino rojo que duerme en un astillero de la Costanera Sur a la espera de ser convertido en un museo o regresar al mar. "Es viejo, pero no es anticuado -lo defiende el director de Material Naval de la Armada argentina-. Si me preguntás qué quiero te respondo algo muy simple: sólo un buen final."

Volvió al astillero para hacerse unas fotografías. Pero lo hizo a regañadientes. Las ánimas vestían de rojo. Costó hacerlo subir al puente del San Luis. Maegli finalmente subió y recordó en un pestañeo el momento exacto en el que se abrió la escotilla y salió a la luz después de 37 días sumergidos en el Atlántico Sur sin ver el océano ni el cielo ni el sol. Maegli asomó su cara agotada de 1982 y respiró profundamente. Lo sorprendió en ese momento el olor puro del mar. El imborrable olor de la vida.


Sacado de www.guerrademalvinas.jimdo.com

La odisea del submarino ARA Santa Fe


El 14 de abril de 1982, la Fragata inglesa HMS Brilliant, recibió la orden de dirigirse a las Malvinas junto a una formación barcos, dividiendo así el grupo de batalla ingles que había arribado a la Isla Ascensión como respuesta militar a la recuperación argentina de la Malvinas el 2 de abril. Encabezado por el Brilliant los navios Arrow, Coventry, Glasgow y Sheffield se dirigieron al sur, a gran velocidad. El 22 de abril, el Brilliant se separó del grupo a toda maquina, para apoyar al grupo del Crucero Antrim en las Islas Georgias del Sur. Navegando como podía en un agitado Atlántico Sur se dispuso que se uniera a tiempo al Antrim y la Fragata Plymouth a 150 millas al norte de Georgias.

La invasión inglesa de Georgias se había fijado para el 25 de abril, pero surgió una complicación, se sabia de la presencia del Submarino Argentino SANTA FE en Grytviken. El Antrim barco insignia decidió que debería posponerse el desembarco hasta haber eliminado la amenaza que representaba el submarino.
El 25 de abril, helicópteros Wessex del Antrim ven al submarino saliendo de la bahía a gran velocidad, había desembarcado tropas de la Infantería de Marina Argentina para reforzar esa posición; el SANTA FE también sabia del despliegue de buques ingleses a la Isla, por eso realizo su aproximación de entrada a la Bahía Guardia Nacional de la Isla San Pedro navegado en superficie muy cerca de la costa para burlar los radares de búsqueda y cumplir con su misión.
La aeronave inglesa inicio un decidido ataque con cargas de profundidad, a bordo del Brilliant, uno de los helicópteros Lynx, fue enviado para unirse al ataque contra el SANTA FE. El Wessex estaba suspendido en el aire, tras lanzar dos cargas de profundidad, esperando la llegada de su relevo aéreo antes de volver al Antrim a rearmarse.
Momentos del ataque al submarino El submarino argentino resistió ese primer ataque y puso rumbo de regreso a la Bahía de Cumberland en busca de resguardo, desde el helicóptero se vio que el submarino argentino dejaba un rastro de aceite por la popa. El Comandante SANTA FE, Capitán de Corbeta Horacio Bicain, al ver por el periscopio caer el torpedo con su paracaídas, decidió rápidamente quedarse en la superficie para evitar su impacto, ya que esos torpedos operaban a profundidades mayores a 9 mts.
El Lynx, dio una pasada rasante con el tableteo de la ametralladora. La tripulación del submarino se disperso en el puente del SANTA FE, para protegerse, luego se armaron con fusiles y comenzaron a repeler la aproximación de los helicópteros ingleses, en el interior del Submarino se formó rápidamente una cadena de hombres para aprovisionamiento de municiones y fusiles hacia el puente. El helicóptero pasó una y otra vez, a unos 90 metros y a 10 metros de altura aproximadamente.
El Lynx se había unido al Wessex, y de repente se vio la estela de un misil guiado AS-12 disparado por un helicóptero Wasp que volaba por detrás del Lynx, y que impacto directamente contra la torreta del submarino traspasándola sin explotar por su estructura de fibra de vidrio. Ese impacto tendría el primero de los costos de guerra que pagaría el SANTA FE, la perdida de la pierna de uno de los tripulantes que se encontraba en esa cadena de amunicionamiento
Desde tierra los efectivos argentinos, empezaron a repeler con el armamento disponible la persecución del submarino que retornaba defendiéndose, averiado y con un herido grave. Momentos mas tarde amarra dificultosamente en un muelle de madera en la boca de la Caleta.
El Comandante ordenó el desembarco de los 76 tripulantes y del herido al muelle, por las condiciones en que se encontraba, mientras las tropas inglesas desembarcaban en todos los frentes. Evaluada la situación, a las 17:00 hs. del 25 de abril se rindió toda la guarnición argentina.
Al día siguiente, el Comandante del Brilliant, Capitán John Coward, ex-oficial de submarinos, voló a Grytviken para inspeccionar al SANTA FE, ahora amarrado en el muelle y hundiéndose lentamente. Estaba inclinado a babor y con la proa levantada, su torreta agujereada y partes arrancadas por el ataque del misil. La veterana nave exponía iinnumerables agujeros de metralla. Dentro, ofrecía un panorama similar estaba averiado, desolado, y con luces de emergencia.
El estado de la nave decidió a los ingleses a sacar al submarino del muelle, y ubicarlo en un amarradero vacío de la vieja estación ballenera, donde pudiera hundirse.
Tripulantes argentinos designados por su Comandante serian los encargado de hacer funcionar los sistemas y mecanismos para navegar la nave unos 300 mts dentro de la caleta “Capitán Vago” bajo la supervisión de un oficial británico y la estricta vigilancia de los Royal Marines; los Comandantes Bicain y Coward estarían en el puente. El submarino comenzó a moverse lentamente con una grave falta de flotabilidad, el Comandante argentino dio a toda prisa órdenes por intercomunicador en español a su reducida tripulación, para estabilizar la nave; esto requirió del Suboficial Primero Maquinista FELIX OSCAR ARTUSO rápidos movimientos para accionar válvulas neumáticas de la Sala de Control. Por la creencia de que se intentaba hundir la nave el guardia ingles que lo custodiaba lo hiere de muerte con su ametralladora.
Durante el desenlace de este trágico incidente, el SANTA FE llegaba finalmente a su amarradero, horas mas tarde comenzó a hundirse producto de una sutil maniobra de sabotaje de los argentinos, mas tarde aflorando solamente su torreta en la superficie.

El Suboficial Artuso se encuentra sepultado en el cementerio de Grytviken Islas Georgias del Sur.

En 1971, luego de veinticinco años de servicio en la Armada Norteamericana, fue transferido a la argentina. Fue desplegado en 1978 junto a otras unidades submarinas en la preliminares del conflicto con chile, operando en el pacifico. Protagonista absoluto de la recuperacion de las Islas Malvinas desembarcando una patrulla de trece hombres de la Agrupación Buzos Tacticos en las primeras horas del 2 de abril.

El Submarino A.R.A. "SANTA FE" (S-21), fue merecedor de la condecoración "Operaciones de Combate" y otorgo a la historia de la Fuerza de Submarinos de la Armada Argentina su Bautismo de Fuego.



Sacado de www.guerrademalvinas.jimdo.com

sábado, 6 de febrero de 2010

ENTREVISTA AL GENERAL MARIO B. MENENDEZ

En su primera entrevista a un diario argentino en casi una década, y a pocos días de un nuevo aniversario del desembarco en Malvinas, el general Mario Menéndez responsabiliza al ex dictador Leopoldo Galtieri por las fallas estratégicas y logísticas que llevaron a la derrota argentina en la guerra. “El nos mandó y nos mantuvo allá. Si nos sobraron o nos faltaron cosas, es su responsabilidad”, dice. Y tilda de “mentiroso” al general Martín Balza por las duras críticas que le hizo en su último libro, y lo acusa de haber inventado “la historia de que no participó de la guerra contra el terrorismo”.







Cinco días después de la toma de Puerto Argentino, el 7 de abril de 1982, Mario Benjamín Menéndez asumió como gobernador de las islas Malvinas, en lugar del general de división Osvaldo García. No debía sólo administrar la vida civil de los territorios recuperados, sino también ejercer la jefatura del Comando Conjunto de las fuerzas desplegadas.

Si bien la guerra propiamente dicha comenzó el 1º de mayo con los primeros bombardeos ingleses, los combates más cruentos se llevaron a cabo tras el desembarco británico, el 21 de mayo. A partir de allí, los soldados debieron luchar contra el frío y el hambre, además de contra el enemigo.

En la madrugada del 14 de junio, el asedio británico llegó hasta las inmediaciones de Puerto Argentino y la situación era insostenible. Desde Buenos Aires, la orden era no rendirse. En las islas, los muertos se multiplicaban mientras las tropas huían desbandadas hacia la capital.

Menéndez debía tomar una decisión. Finalmente, optó por aceptar un alto el fuego ofrecido por los ingleses y firmar la capitulación frente al general Jeremy Moore.

-¿Cómo se vivieron las últimas horas antes de la rendición?

-La situación estaba absolutamente deteriorada. Hablé con el general Galtieri y se la describí. El no podía o no quería entenderla, así que se lo tuve que repetir y le pregunté si podía contar con algún apoyo aéreo u otra cosa. Me explicó que no me podía garantizar ninguno. Entonces, le dije: Como comandante, no sé qué va a ser de esta guarnición al final del día de hoy. Ante eso, me voy a hacer responsable. Y le corté.

-¿Ya tenía en mente la rendición?

-No sabía qué iba a hacer, honestamente, porque no había habido contacto con los ingleses. Era como una especie de nebulosa: ¿cómo hacemos ahora? ¿Vamos a seguir combatiendo hasta que las acciones se interrumpan o a tratar de tomar contacto con los ingleses? Esto último me parecía que significaba ponerme de entrada en una posición inferior. En ese momento, el capitán de navío (Barry) Hussey me dijo que había una comunicación con los británicos, que ofrecían un cese del fuego para iniciar conversaciones y terminar con las operaciones. Resolví aceptarlo y les sugerí reunirnos a las 16.

-¿Cómo se preparó para ese momento?

-Me fui a la residencia porque estaba agotado, me lavé, afeité y me puse presentable. Llevaba 36 horas sin dormir. Ni me cambié de ropa, ni me lustré las botas, como dicen algunos. Pensé que era el final. Me puse a juntar los papeles y, después, nos fuimos caminando hasta la Secretaría a esperar a los emisarios ingleses. Ahí, llegó el coronel (Michael) Rose e iniciamos la reunión.

-¿Qué ocurrió allí?

-El planteó, de entrada, que había que resolver en qué momento y forma se produciría la rendición. La verdad es que lo asumí. Sabía cómo estaba mi gente, así que no lo discutí. En ese momento, me llegó una comunicación de Buenos Aires muy particular, muy irreal: que debía negociar con los ingleses las condiciones en que me iba a ir de Malvinas y cómo me iba a llevar todo el armamento y las cosas que tenía.

-¿Cómo se llegó al acuerdo?

-Les planteé: Ustedes han dicho que los argentinos han dado prueba de su valor y bravura en combate, cosa que también creo. Si es cierto, estas tropas merecen llevarse las banderas que los han acompañado en la guerra. Nos dijo que sí. A partir de ahí, se abrió un camino y se planteó en qué condiciones se iba a producir el repliegue de nuestra gente, la entrega de administración, que no iba a haber ningún desfile, ni periodistas en la ceremonia de capitulación. Quedamos en el horario en que el general Moore iba a estar ahí y me fui a hablar con el continente para informar de estas condiciones. Ahí es donde Galtieri dice que me había extralimitado.

-¿Qué le dijeron?

-Les pedí que enviaran barcos para evacuar a las tropas, porque los ingleses me habían dicho que ya estaban listos y quería hacer entrar a nuestros buques en simultáneo. Me dijeron que no había ninguno disponible, lo que me produjo bastante disgusto porque pensé: esta gente no tiene idea de lo que hemos vivido acá. En realidad, eso ya lo había comprendido antes cuando mandé al general Daher al continente. Tenía la idea de que Galtieri no se daba cuenta que nos estaban derrotando en Malvinas, o decían: Dios proveerá.

-¿Cómo fue la reunión con Moore?

-Nos encontramos en un pasillo, es la única foto que hay: él de un lado y yo del otro. Moore hizo una introducción y luego me dijo: “Ahora usted me tiene que firmar la rendición”. Estaba en inglés, la leo y cuando veo la palabra incondicional me planté: General, esto no es lo que se pactó esta tarde. “Cómo, ésta es la rendición, acá está”. No, porque se estipularon condiciones y acá habla de una rendición incondicional, o sea, están cambiando los términos. Esto no lo acepto. No sé en qué condiciones, pero si usted insiste en esto, los argentinos seguimos peleando. Se quedó y después lo aceptó: “Está bien, tachemos la palabra”. Reconozco que ahí podría haber discutido Falkland/Malvinas porque las Naciones Unidas lo aprobaban. Pero era un momento muy difícil.

-¿Qué sintió en ese momento?

-Es terrible tener que estar ahí. Es una de las cosas en las que un militar nunca quiere pensar. Después, están los tipos que dicen: “¿Por qué no se pegó un tiro?”. Creo que el suicidio no es una solución. En estas circunstancias, tengo que dar testimonio de lo que viví y cómo fue, cosa que hice y hago hasta ahora. Pegarme un tiro es muy fácil, es dejarle a otro que cuente la historia como quiera. Usted sabe que las cosas que tenía que hacer las hizo y bastante bien. Hubo una serie de fallas que son de orden estratégico operacional. En lo táctico, no podía dar mucho más de lo que dio y que, en última instancia, estaba cumpliendo con mi obligación de comandante. Hay muchos que dicen: usted salvó a miles de hombres. No sé a cuántos salvé, creo que tomé la decisión táctica que debía.

-¿Allí terminó la reunión?

-Cuando se relajó un poco la situación, me dijo: “Ahora, sus tropas van a ir a la zona de reunión de prisioneros, que hemos determinado que sea en el aeropuerto”. Entonces, le pedí: Mi gente está en malas condiciones, hay muchos que ya no dan más, han perdido su ropa de abrigo. Y me respondió: “Nosotros también perdimos todo cuando ustedes hundieron el Atlantic Conveyor, porque también cometimos errores”. Además, pidió que en el puesto de entrega de armamento se revisara a los soldados argentinos para controlar que no se llevaran nada. Ahí, le dije que no éramos ladrones y que cuando se había producido un hecho de esa naturaleza, lo habíamos investigado, devuelto las cosas y juzgado a los responsables. Así que, en todo caso, nosotros íbamos a poner un puesto para cerciorarnos de lo que ellos querían. Y lo aceptó. Así que, en la mañana del día 15, había un puesto inglés para entrega de armamento y otro argentino de verificación. Yo estuve en ese puesto.

-¿Qué le pasaba por la cabeza?

-Todo lo que había vivido y pasado, las cosas que había pensado y dicho en el transcurso de las operaciones. Me deben haber visto cara de que me sentía muy mal, porque se me presentaron los tres oficiales de mi Estado Mayor personal y me dijeron: “Le queremos expresar que nos sentimos muy honrados de haber servido a sus órdenes y sido partícipes de las decisiones que usted tomó”. Eso me hizo sentir bien, porque no interesa tanto la opinión de un superior sino la de un subalterno. A ellos les dije: “Basta de protestar, no quiero pasar a la historia como un general llorón”.

-¿Qué sensación tuvo cuando llegó al continente?

-Fue una recepción fría como el hielo, estaban nada más que los familiares en Tablada. Un compañero mío, pobrecito, que se ve que lo había mandado el Estado Mayor para que nos recibiera, me preguntó: “¿Vos informabas lo que pasaba?”. Y le respondí: Esto lleva setenta días, ¿nunca te enteraste de lo que pasaba? ¿Te creés que tengo cuarenta años de servicio y no voy a informar lo que está pasando en la guerra? Ahora, si no te lo contaban y no preguntabas es otra cosa. Uno después se entera de un montón de anécdotas, de generales que preguntaban y les decían: “Ya basta de pálidas”.

-¿Cómo se sintió con el trato que le dio Galtieri después de la guerra?

-Me enteré una vez por otros generales de que le habían preguntado si alguna vez nos había vuelto a ver a los que habíamos ido a Malvinas. Dijo: “No, pensé que los muchachos iban a venir a verme”. Entonces, les respondí: ¿No creen que Galtieri nos debió haber llamado cuando regresamos y no nosotros ir ahí a rendirle cuentas? El nos mandó y nos mantuvo allá. Si nos sobraron o nos faltaron cosas, fue su responsabilidad y del resto de la Junta. Le hice un Tribunal de Honor y se lo gané, pero el general (Cristino) Nicolaides lo ocultó, porque quería proteger su imagen. En esto, no sé si no hay mucho enanismo intelectual y hasta espiritual en mucha gente.

-¿Por qué no habló de todo esto cuando regresó de Malvinas?

-Llegué a hacer un memorándum en el Ejército que se lo presenté al secretario diciéndole que era necesario que se informara a la población. No me lo contestaron nunca. Después, tuve dos llamados de atención y, finalmente, un castigo por una entrevista y una carta a un diario. Cuando publiqué mi libro Malvinas: testimonio de su gobernador, el comandante en jefe me envió una hojita diciendo que me había puesto sesenta días de arresto por “hacer declaraciones a un periodista que habían servido para la publicación de un libro sin la autorización” de él y me mandó a Magdalena. Son esas manchas honorables, me parece.

-¿Esto formó parte de un proceso de desmalvinización en el Ejército?

-Es la desmalvinización del país. El Ejército fue el que agachó el lomo y dijo: somos los responsables. No fueron capaces de sacar pecho. Había un grupo de generales que estaba en el Estado Mayor que sacaba partido y que si reconocían eso, por ahí, les iban a decir váyanse. El Ejército se dedicó a buscar lo malo. Eso les servía a los que habían quedado acá para decir: nosotros no tenemos responsabilidades, los inútiles fueron los otros. El Ejército fue tan atacado desde el punto de vista político, ideológico, etc., que los tipos en lugar de salir a clarificar y a contragolpear prefirieron callar. Además, tuvieron un embate por el tema de los derechos humanos, la guerra contra el terrorismo. Entonces, ya tenemos un problema, no creemos otro, dejémoslo así, total estos tipos ya están liquidados.

-¿Leyó alguna vez las críticas que le hizo el general Balza en su libro?

-Es un mentiroso. Lo pensé mucho antes de hacerle un Tribunal de Honor. Es muy hábil y ha inventado la historia de que no participó de la guerra contra el terrorismo y que fue el tipo que más hizo en Malvinas y que los otros fueron unos nabos o pusilánimes. Es políticamente aceptable, nunca va a decir que no es cierto lo de los 30 mil desaparecidos. No digo que no los haya, pero creo que 30 mil es una cifra inventada. Para él, es más fácil atribuirse el hecho de que quería que tal cosa se hiciera o no, pero no integraba el Estado Mayor. Era un jefe de grupo de artillería al cual se le dio la misión de integrar los fuegos de la artillería terrestre, ni siquiera la defensa antiaérea, porque el responsable era otro.

-¿Qué hace los 2 de abril?

-Soy un invitado especial en San Andrés de Giles, donde se hace una vigilia. Ibamos con mi señora, nos sentíamos muy cómodos entre la gente y contestando preguntas, dando la imagen que tengo que dar porque, por principios, me enjuiciaron dos veces, además del Informe Rattenbach. Fui declarado absuelto de todos los cargos que se me formularon. Cuando he hecho tribunales de honor, los he ganado todos. Soy un ciudadano como usted, puedo salir a la calle como cualquiera, y debo hacerlo porque, además, tengo una responsabilidad que es la de dar un testimonio.

-¿Qué siente cada 14 de junio?

-Los recuerdos son muy vívidos, muy duros. Ahora, por ahí me lo recuerdan algunos señores del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas (CECIM) que vienen a hacerme un escrache para decirme que soy responsable de que haya muerto el soldado fulano o mengano. Son las cosas que usted tiene que estar preparado para aceptar.

El drama de ser soldado y judío

“En Malvinas me tocó un nazi como jefe de sección, el subteniente Eduardo Flores Ardoino”, afirma Silvio Katz, del Regimiento Mecanizado 3 de Tablada, uno de los cerca de treinta soldados judíos que participaron de la guerra. Katz debió luchar contra el hambre, el frío y los bombardeos ingleses, como todos sus compañeros, pero también contra el odio antisemita de oficiales y suboficiales del Ejército. Este es su relato.

“Se me congelaban las manos en el agua, y él me tiraba la comida adentro de la mierda y la tenía que buscar con la boca. Me trataba de puto, que todos los judíos éramos cagones. Era feliz viéndome sufrir. Un día quise agarrar un fusil para pegarle un tiro, y no podía ni tener el fusil en la mano. ‘Es tan cobarde que no puede disparar. No ve, usted es un cagón’, me decía, y me pegaba. Yo pensaba: si este tipo supiera que no le pego un tiro porque no puedo mover los dedos, se dejaría de hablar boludeces. No había nunca una posibilidad. El arma que me apuntaba era la de él. Eso le daba el poder, y unos botones lo hacían creer que era Dios. Les decía a los demás que les hubiera pasado lo mismo si hubieran sido judíos como yo. Algunos compañeros me odiaban tanto como él porque veían en mí el problema de todos sus males. Para la gente que aún hoy sigo viendo periódicamente, era el ruso, el amigo, venían a hablar conmigo después de que se iba este buen señor, a hacerme entender que no era así la cosa, que no podían saltar por mí. Algunos se acercaban y me decían: ‘Esta bala que tengo en la mano se llama subteniente Flores. Cuando se arme y el tipo esté adelante le pego un tiro por vos’. Aun en la mierda, no todo es una mierda. Este muchacho cada día que parecía que íbamos a entrar en combate nos ponía a todos en fila y nos daba un trago de whisky para tener calor. Cuando llegaba a mí, decía: ‘Usted no porque lo van a matar’. Llegué a pensar que realmente era mejor morir. Me convencí de que arriba o abajo estaba mi viejo, que había fallecido, esperándome. No soy muy creyente, pero creo que hay un Dios que fue el que hizo que volviera de Malvinas. En algo tenés que creer. Yo hablaba como si mi papá me escuchara, le pedía que por favor me ayudara a soportar, a sobrevivir. Por ahí, era rezarle a Dios, y yo lo ponía a él en su nombre. Sufrí demasiado, pero hace diez años la taba se dio vuelta. Ahora soy muy feliz, tengo dos hijos maravillosos, una esposa que me banca en todas. Volví a Malvinas hace ocho años y pude sentirme en paz. Recorrí la zona, pero no quise ir a mi trinchera. En el hospital, en Campo de Mayo, me habían pronosticado que no iba a poder tener hijos, y mi señora volvió de las islas embarazada del más grande. Malvinas me sacó y me dio mucho. Me queda una deuda: entré al cementerio y me tuve que ir. Fue terrible, hubo algo que me dijo: ‘Flaco ya te salvaste de estar acá, tomátela’. Tengo que volver, para ir al cementerio y estar en paz con mis muertos. A Flores Ardoino lo vi al año de Malvinas. Yo estaba arriba del colectivo 26, mirando por la ventanilla. Me quedé helado. Mi mente decía: ‘Bajá, y pegale, sacá todo lo que tenés adentro’. No pude, me paralicé. Hoy le preguntaría por qué fue tan mierda. Necesito saberlo. No me lo puede explicar nadie. Tengo que dejar de buscar una explicación porque no la hay. Por ahí, cuando vuelva a Malvinas con mis hijos la dejaré de buscar. Ahí, voy a estar en paz.”



Fuente: Diario Perfil / El Observador

viernes, 5 de febrero de 2010

EL NOBLE FUSIL FAL


Prácticamente desde que el FN FAL (Fusil Automático Liviano) calibre 7.62 x 51 NATO saliera al mercado, la República Argentina lo adopto como fusil reglamentario, en reemplazo de los excelentes Mauser Modelo Argentino de 1909. Como sucedió con la mayoría de las armas adquiridas al exterior por nuestro país, en un principio se importo armas desde su origen, y con el tiempo se negocio la licencia con los fabricantes para la producción del arma en el país.

La Fabrica Militar de Armas Portátiles Domingo Matheu, de Rosario fue quien emprendió la producción de este arma, y quien la continuo hasta 1996, en donde la posta fue tomada por la Fabrica Militar Fray Luis Beltrán, ubicada en las cercanías de la misma ciudad. Nuestro país copio las variantes Belgas de este arma, utilizando también la misma nomenclatura. En Malvinas fueron varias las versiones argentinas que prestaron servicio. Desde fusiles con culata fija de madera (los más antiguos), pasando por versiones con culata de material sintético, hasta las versiones cortas con culata rebatible y distintos largos de caño. Utiliza cargadores metálicos rectos, con capacidad para 20 cartuchos, exactamente los mismos que su contra parte inglesa.

Quizás la diferencia mas notable entre ambas armas radica en el hecho de que los FAL argentinos pueden disparar en ráfaga, aunque es difícil establecer para mi si esa es una ventaja, ya que la velocidad de fuego y la potencia del proyectil atentan contra el dominio correcto del arma en este tipo de disparo. A pesar que ya pueden verse en ciertas unidades de la tres FFAA ciertas armas de origen norteamericano y de calibre menor, el FAL continua siendo el fusil reglamentario de las FFAA argentinas.


Actualmente, en el mercado civil existen versiones modernizadas del FAL. Frente a la imposibilidad de incorporar un nuevo fusil de asalto, no seria descartable la posibilidad de la actualización de esta noble arma, logrando así una mejoría funcional con respecto a su peso, ergonomía y puntería.

EL MISIL EXOCET


El Exocet es un misil de crucero subsónico antibuque desarrollado por la división de armas tácticas de la compañía francesa Aérospatiale (actualmente parte de Euromissile/EADS).

Se trata de un arma del tipo "dispara y olvida" que realiza su recorrido hasta el blanco rozando la cresta de las olas, a unos 10 m de altitud. Cuando se aproxima al blanco, puede descender hasta los 3 m ó, por el contrario, elevarse rápidamente para evadir los sistemas antimisil y precipitarse sobre el objetivo desde arriba.

La primera versión fue el MM.38, lanzada desde buques de superficie, que entró en servicio con la Marina Francesa en 1975. La versión AM.39, de lanzamiento aéreo, se desplegó por primera vez en 1979.





Desarrollo

Su versatilidad es una de sus características más conocidas. Existen versiones lanzables desde buques, submarinos, helicópteros y aviones, sin olvidar su gran utilidad como artillería de costa, desde emplazamientos terrestres, móviles (como camiones) o fijos (como baterías costeras). De fabricación francesa, está ampliamente difundido en las marinas de todo el mundo, siendo el más utilizado, tal vez incluso más que el McDonnell Douglas Harpoon.

El Exocet fue designado con el código MM.38 desde 1967, lo cual lo marcaba como un misil lanzable desde naves de superficie. Diseñado para cumplir un requerimiento de la Marina Francesa, las primeras pruebas terminaron en 1972. Ese mismo año, en octubre, no solamente lo probaron las fuerzas francesas, sino también la Royal Navy y la Kriegsmarine de Alemania Federal. Los resultados mostraron la necesidad de algunas mejoras, que se llevaron a cabo durante 1973.

Un año después ya era tiempo de producir más que prototipos, y los misiles de la primera tanda de serie dieron excelentes resultados: se lanzaron 30 y se logró un 91% de impactos. Esto bastó para que fuera aprobado definitivamente su uso, entrando en servicio en 1975.

Se esperaba mucho del misil, ya que antes de esto comenzó a ser diseñada una versión lanzable desde el aire: el AM.38. En ella se incorporó un sistema de retardo, de manera que el avión soltaba el misil y éste se encendía un segundo después, a varios metros por debajo. Las primeras pruebas se realizaron en abril de 1973 aunque los lanzamientos esperaron hasta diciembre de 1976. Este nuevo sistema entró en servicio en 1977. El AM.38 inicial fue una versión de producción limitada del MM.38 lanzable desde helicópteros, usando un booster SNPE Epervier y motores cohete SNPE Eole V con toberas concéntricas.

Desarrollado a partir de esta versión aérea del MM.38 (la AM.38), se creó una nueva versión lanzable desde el aire llamada AM.39, la cual sería la primera en entrar en combate. En 1977 el AM.39, mucho más pequeño y liviano que el Exocet primigenio, era testeado, para comenzar su producción ese mismo año. Rápidamente se encontraron compradores: Argentina, Bahrein, Brasil, Irak, Kuwait, Perú y Pakistán lo fueron adquiriendo con el tiempo.

Al ser más pequeño, el AM.39 puede ser llevado más fácilmente por todo tipo de aviones y helicópteros, manteniendo su alcance y letalidad al incorporar diferentes mejoras. Como lo ha demostrado su uso, su poder es devastador.

Descripción

La configuración básica del Exocet es del tipo más clásico de este tipo de misiles. Tiene un cuerpo cilíndrico, con una nariz ojival que es el radomo sobre la antena del radar activo (ADAC), aletas trapezoidales en el medio del fuselaje, y aletas de control en la cola, paralela a las alas.

La versión básica naval del Exocet, la MM.38, posee dos etapas de propergol sólido. El misil se lleva estibado en contenedores rectangulares, que son del tipo contenedor-lanzador. Estos pueden llevarse de a pares o de a cuatro.

El misil es lanzado cuando se tienen datos del objetivo: orientación y distancia del blanco. Los sensores del aparato lanzador (en este caso, el mismo buque) lo proveen de estos datos. Luego de dos segundos de aceleración del booster-cohete Cóndor, el otro motor cohete Hélios se dispara por 150 segundos mientras el misil vuela a baja altitud. Durante esta trayectoria de crucero, el misil vuela guiado por un sistema inercial: según los datos establecidos en el lanzamiento, se calcula aproximadamente donde estará el blanco.
Cuando el misil llega a 10 kilómetros de esta posición anticipada del blanco, la cabeza buscadora táctica monopulso se enciende. El blanco es adquirido por los sensores propios del arma y se inicia la fase terminal del ataque a una de tres altitudes preseleccionadas antes del lanzamiento (esto se hace teniendo en cuenta la condición climática del mar en el área del objetivo).

La versión mejorada del MM.38, la MM.40, fue desarrollada para mejorar sensiblemente el rendimiento en combate. Con más alcance, posee diversas actualizaciones y mejoras en su motor cohete y en el contenedor-lanzador, lo cual permite llevar más misiles en el mismo espacio que antes ocupaba el MM.38.

Estos Exocet más modernos tienen un radar de búsqueda Super ADAC, con cambio de frecuencia más ágil y proceso de señales digital, lo que le da mucha más resistencia a las ECM y la habilidad de discriminar los blancos verdaderos de los señuelos. Este paquete de mejoras agrega además una plataforma inercial actualizada, permitiendo al misil volar a alturas tan bajas como entre 2 y 3 metros y además hacer maniobras preprogramadas. Esto reduce su vulnerabilidad a misiles o cañones antiaéreos, además de minimizar su exposición a los radares de búsqueda.

Actualmente las dos versiones principales del Exocet son la MM.38, de 42 kilómetros de alcance, y la MM.40, con un alcance de 70 kilómetros. Ambas llevan una cabeza de guerra de 165 kg de alto explosivo. Dice mucho de la eficacia del misil, que durante los primeros diez años de servicio, fueron compradas unas 2.000 unidades por 27 países.

La Marina de Guerra Francesa estaba tan confiada del misil, que decidieron investigar su uso desde submarinos. Así nació el Exocet SM.39: contenido dentro de una cápsula lanzable por un tubo de torpedos, llega así a la superficie, desde donde se enciende y comienza a buscar su objetivo.

La versión aérea del Exocet, AM.39, puede ser llevada de a pares en un avión Super-Étendard, o de a uno en los antiguos Étendard (equilibrando el avión con un depósito en el otro semiplano). Aparentemente este binomio fue diseñado de manera específica: el avión para el misil y el misil para el avión. Sin embargo, el Exocet puede ser lanzado desde helicópteros y otros aviones como ciertos modelos de Mirage.






Probado en combate

Como ya se ha dicho, la primera versión del Exocet en entrar en combate fue la AM.39. La Primera Guerra del Golfo Pérsico de 1980-1989 dio el lugar: helicópteros Super Frelon iraquíes lanzaron varias unidades, reportándose el hundimiento de tres buques de guerra iraníes así como muchos petroleros desarmados e incluso plataformas petrolíferas enemigas. También fueron utilizados aviones Mirage. En este conflicto se dice que los iraquíes dispararon unos 200 Exocet, con diferentes grados de éxitos, contra todo tipo de embarcaciones. Muchos de ellos no estallaron, e incluso algunos se recuperaron casi intactos.

Sin embargo, los Exocet se hicieron más famosos por su más escaso, pero más preciso, uso por fuerzas argentinas contra unidades navales inglesas en la guerra de las Malvinas.

Argentina había comprado a Francia 14 aviones Super-Étendard y 14 misiles Exocet. Sin embargo, para el momento de la guerra, solamente había recibido 5 de estos misiles, y los franceses no quisieron entregar los restantes. Incluso se dejaron de entregar los AM.39 a Perú, creyéndose que era posible que los entregaran a Argentina.
Con esta pequeña cifra en inventario de este misil tan bueno, se planificaron las acciones para hacerlos valer. La primera operación de ataque tuvo lugar el 4 de mayo y estuvo a cargo de dos aviones Super-Étendard de la Armada Argentina, escoltados por cazas Dagger de la Fuerza Aérea Argentina, y reaprovisionados por aviones KC-130.

Semanas antes, los pilotos argentinos habían comenzado a entrenar con el binomio avión-misil. Utilizando dos destructores argentinos clase 42, se calcularon las curvas de detección de los radares ingleses y la distancia en la cual los misiles antiaéreos podían resultar peligrosos. Reunida esta información, se determinó que, si los aviones volaban muy bajo, los misiles podían llegar a convertirse en indetectables; además los aviones estaban fuera de la zona de peligro de los misiles antiaéreos.

Sin embargo, los buques ingleses habían sido bombardeados por la FAA desde el 1º de mayo, de manera que se mantenían fuera del alcance de estos aviones. La solución fue utilizar tanqueros, para reaprovisionar de combustible tanto a los atacantes como a sus escoltas. Apenas informados de buques enemigos, se lanzó la operación ya planeada.

Volando en total silencio de radio, con malas condiciones meteorológicas, los pilotos de todos los aviones alcanzaron su objetivo. Luego de los repostajes, a la distancia calculada, los Super-Étendard se elevaron por sobre el nivel muy bajo en el que todos estaban volando, para evitar ser detectados. Sus radares iluminaron dos objetivos; uno grande y otro pequeño. Volvieron a la baja cota de aproximación, y finalmente se elevaron por última vez, lanzaron los misiles y dieron la vuelta.

Los sistemas de guía hicieron el resto. Sin embargo, uno de los dos Exocet tuvo un problema mecánico o fue interferido por los sistemas británicos. El segundo impactó en el destructor clase 42 HMS Sheffield. Causando 20 muertos instantáneamente, el misil creó un gran incendio que consumió casi todo el buque. Si bien se dice que la ojiva no detonó, algunos marineros testigos creen que sí lo hizo. De todas formas, el enorme incendio no pudo ser controlado: el misil golpeó el medio del buque, destruyendo el sistema eléctrico e impidiendo así que se activaran los sistemas anti-incendio (también se cree que el misil rompió la línea de agua principal). Convertido en una ruina, el buque fue abandonado por su tripulación y remolcado pero tuvo que ser hundido el 10 de ese mes, convirtiéndose así en el primer buque inglés hundido en acción en casi 40 años.

Después del ataque, aparentemente los ingleses concluyeron que sus naves no estaban preparadas para este tipo de ataques, y que los procedimientos no eran los correctos. Además de que el radar del destructor aparentemente no estaba diseñado para detección de objetos a tan baja altura, la cuestión principal era un fallo en la inteligencia británica. Ésta creía que el ataque con Exocet (misil que, irónicamente, ellos también tenían en servicio) solo era posible a media cota, lo cual le daba al misil mayor alcance. Sin embargo, los pilotos argentinos habían volado muy bajo para evitar la detección y habían disparado el misil mucho más cerca de lo esperado. Según versiones inglesas los misiles fueron lanzados a muy corta distancia (unas 6 millas) cuando se esperaba que este tipo de ataque viniera de las 45 millas. Las versiones argentinas hablan del lanzamiento entre 50 y 35 km del blanco.

También se especula con una interferencia procedente del mismo Sheffield. Los destructores de esta clase llevaron radomos gemelos SCOT, para comunicación por satélite. Desafortunadamente, estos sistemas de alta frecuencia emitían señales en una frecuencia muy cercana a la de los radares de alerta de misiles y de dirección de tiro. Esto hacía que, cuando el buque estaba comunicándose por satélite, muchas veces estos radares se apagaban o sencillamente no podían detectar nada.

Rápidamente los británicos cambiaron su táctica y se volvieron más precavidos. A este ataque seguirían otros, siempre con el mismo procedimiento: dos Super-Étendard con sendos Exocet, lanzando los dos al mismo blanco.

El siguiente fue el 25 de mayo, día en el que las fuerzas argentinas hundieron varias embarcaciones con diferentes métodos. Nuevamente la pareja de aviones con misiles partió y fue reabastecida por aviones KC-130H. A 180 km al nor-nordeste de las Malvinas, detectaron un gran buque rodeado de otros pequeños, en evidente formación defensiva. En este caso, sin embargo, los buques atacados descubrieron rápidamente la maniobra y comenzaron a utilizar las nuevas medidas defensivas: abrieron fuego de cañón y lanzaron numerosos señuelos de radar y perturbadores. Aparentemente, esto desvió los misiles del HMS Ambuscade (el cual había alertado a la flotilla) y de otros buques de la zona. Desafortunadamente para los británicos, había algunos buques que no estaban dentro de esa cortina defensiva. Según se sabe, los dos misiles, desorientados por las ECM, dieron una vuelta y detectaron en sus misiles un nuevo blanco: el portacontenedores Atlantic Conveyor. Se trataba de un buque mercante requisado por las fuerzas inglesas, de 13.000 toneladas, que transportaba equipo pesado y helicópteros para apoyar el desembarco a las islas. Sin ningún equipo de alerta o ECM, al menos uno de los misiles impactó, causando la pérdida total de la carga: varios helicópteros pesados de transporte. Apagado el incendio, la tripulación decidió hundirlo, al ser inútil ya la nave. Solamente se salvó uno de los helicópteros.

Esto demostró algunas cuestiones más sobre el uso del Exocet y de los misiles antibuque en general: no conviene tener buques propios fuera de la sombrilla de defensa del ECM. Irónicamente, en ese momento, este golpe de suerte (y la calidad del Exocet, que como buen misil siguió funcionando incluso siendo confundido por las contramedidas) causó muchos problemas al desembarco, ya que el Atlantic Conveyor llevaba equipo muy necesario para las tropas inglesas en tierra. Esto hizo que muchos marines tuvieran que caminar hacia Puerto Argentino, en lugar de tener helicópteros para hacer más fácil el trayecto.




Los Super Étendard de la Armada Argentina hicieron pareja con el exitoso misil, logrando una enorme eficacia en la Guerra de Malvinas

El incidente con el Invencible

Habiéndose gastado así cuatro de los cinco Exocet que tenía Argentina, el siguiente ataque tenía que ser combinado con un ataque convencional de bombas. La razón para el uso de dos misiles en cada misión, como puede verse, era la seguridad: si uno fallaba por cuestiones mecánicas o por las ECM, era posible que el otro se abriera camino. Además, si bien un misil podía dañar seriamente ciertos buques, otros más grandes solamente podrían ser incapacitados o hundidos con dos impactos.

El nuevo objetivo del misil era, ahora, bastante más complicado de atacar. La flota británica, sabiéndose vulnerable, se había corrido más al este, donde los cazas argentinos (que no podían despegar de las islas por falta de una buena pista) tenían un largo viaje de ida y vuelta con varios repostajes.

Las autoridades militares argentinas habían decidido dar un golpe a la superioridad aérea inglesa, que se basaba en el uso de dos portaaviones: el HMS Hermes y el HMS Invencible. Fuertemente custodiados por otras naves, estos eran blancos de gran valor, y que iban a ser muy difíciles de atacar.

El plan comenzó trazando las trayectorias de los Harriers que despegaban de estos portaaviones; triangulando estos cursos se calculó una zona probable en donde podían estar los portaaviones. Se planificó entonces un curso de aproximación que rodeara las islas, para obtener más sorpresa, aunque esto requiriera más tiempo y combustible.

Los aviones elegidos para el ataque fueron nuevamente dos Super-Étendard (pertenecientes a la Armada Argentina), uno de ellos cargando el último Exocet, y cuatro A-4C (pertenecientes a la Fuerza Aérea Argentina), que iban a atacar con bombas convencionales el buque.

El 30 de mayo, despegaron primero los vectores del misil, y luego los A-4C. En el camino repostaron frecuentemente con los tanqueros; para evitar cualquier tipo de problemas, los aviones entraban y salían de las mangueras, y a veces parasitaban a los KC-130 dejando que el combustible fuera directamente a sus motores. De haber una falla de combustible en cualquier avión, este tendría que volver y ponía en peligro la misión.

Llegado el momento, bajaron a 30 metros y avanzaron hasta que los Super-Étendard levantaron para obtener datos del blanco. Allí había realmente una flota, y corrigieron el rumbo. Los A-4C, sin radares y sin poder romper el silencio de radio, tenían que seguirlos y prepararse para su propio ataque, mucho más peligroso.

Los pilotos navales hicieron otro reconocimiento, anunciaron por radio la corrección necesaria del rumbo y lanzaron su misil, luego de lo cual se retiraron como estaba previsto. Los pilotos de la Fuerza Aérea siguieron su ataque.

Lo que siguió es motivo de controversia y opiniones enfrentadas. Los pilotos argentinos declaran haber visto un buque humeante e inmóvil, al cual se acercaron para atacar. Dos aviones fueron derribados antes de llegar al blanco. Los otros dos lograron lanzar cada uno tres bombas de 250 kg, identificando a la embarcación como un portaaviones, el cual quedó completamente cubierto de humo, aunque no se observaron incendios.

Es así que las autoridades argentinas declararon haber dañado seriamente al Invencible, mientras que los ingleses no reconocen esto. No existen fotografías creíbles del hecho, como sí sucedió en el caso del Sheffield. Por un lado, los argentinos dicen que los británicos acallaron el hecho, mientras que los ingleses declaran que el Invencible no fue alcanzado. Hasta que las autoridades británicas no levanten el secreto de 99 años que cubre todos los documentos referentes a la guerra, poco más se sabrá.



No hay fotos del portaaviones destruido.... pero les dejo esta para que vean como era.










Sorpresa desde tierra

Utilizados así todos los Exocet lanzables desde el aire, se tomó la decisión de utilizar los MM.38 que estaban montados en buques, como plataformas costeras de ataque. Fue así que dos contenedores-lanzadores de la corbeta ARA Guerrico fueron desmontados y puestos en un C-130 rumbo a Malvinas. Personal militar y posiblemente civil, de los que más sabían sobre estos misiles, trabajaron para reacondicionarlos para su uso desde un camión, haciendo los ajustes necesarios a los sistemas electrónicos.

El 12 de junio este Exocet encontró su blanco: el HMS Glamorgan. A 18 millas de la costa, este destructor había estado en varias misiones de cañoneo en apoyo a tropas inglesas, y se había salvado de varios bombardeos. Aunque tardó en detectar el misil, el hecho de que estuviera viajando a una buena velocidad y el minuto de alerta que tuvo lo salvó. Después del desastre del Sheffield, se había instruido a las tripulaciones a que al ver el misil, giraran hacia él, de manera de no presentar el costado, vulnerable, sino la proa. A gran velocidad, este Exocet rebotó parcialmente en el blindaje (dejando una gran marca), pero entró luego el hangar del helicóptero e inició allí un incendio que mató a 13 marinos e hirió a varios más. Sin embargo, el Glamorgan pudo seguir a flote y fue reparado posteriormente, siendo vendido a Chile en 1986 (donde sirvió como Almirante Latorre hasta ser hundido en diciembre de 2005).

Las lecciones aprendidas

La combinación del misil con el avión de ataque Super-Étendard fue tan buena, que los iraquíes, todavía en guerra con Irán, alquilaron cinco de estas aeronaves a las autoridades francesas.
Los ataques de Exocet no solamente cambiaron la doctrina inglesa, sino que influyeron en toda la OTAN. Así como el almirante Woodward, comandante de la fuerza de tareas en las islas, tuvo que reevaluar las capacidades de ataque argentinas, el entonces presidente del Comité Militar de la OTAN, almirante Robert Falls, declaró que este organismo se veía obligado a revisar sus tácticas navales, revelada la posibilidad de este tipo de ataque.

A la corta o a la larga, esto llevó al desarrollo de nuevas estrategias y sistemas, como el mejoramiento de los perturbadores de radar y la mejora de sistemas de misiles antimisiles y de sistemas de defensa cercana (CIWS) como el Phalanx.

Una situación inesperada que fue descubierta en su uso en combate, es que el combustible residual le agrega mucho efecto a la detonación en sí (como sucedió en el caso del Stark antes mencionado y del Sheffield); sobre todo teniendo en cuenta que es un misil de largo alcance que a veces se dispara a menor distancia. Aunque esto parezca negativo, si tenemos en cuenta que muchos de estos misiles dañaron severamente o hundieron buques de diverso tipo solamente con el incendio de su combustible, ¿qué habría pasado si hubieran estallado?



La fragata estadounidense USS Stark, escorada a babor, en el Golfo Pérsico tras ser alcanzada por dos misiles Exocet AM.39 iraquíes (17/05/1987). A pesar de los graves daños sufridos, se mantuvo a flote y permaneció en servicio hasta el 7 de mayo de 1999.


Mejoras y actualizaciones

Actualmente el Exocet sigue en uso en grandes cantidades y numerosos países, habiendo demostrado varias veces en combate sus capacidades destructivas. Vendidas unas 3.300 unidades, la efectividad del misil está cercana al 93%, según se ha demostrado en combates y pruebas realizadas por los usuarios (unos 32 países) y la empresa productora.
Entre 1987 y 1993 se desarrolló una nueva versión con electrónica avanzada, que permite reducir aún más su altitud de vuelo, ocultar mejor su presencia y, cuando se dispara en andanadas, realizar el llamado ataque del lobo (ataque convergente y coordinado automáticamente desde distintos ángulos para impedir la acción de los sistemas antimisil). A esta versión mejorada se le suele denominar Exocet II o Exocet block 2, y se han aplicado estas actualizaciones en el MM.40 (de lanzamiento desde superficie), el SM.39 (de lanzamiento submarino) y el AM.39.

Además de esto, la versión MM.40 ha sido mejorada nuevamente, creándose el MM.40 Block 3, cuya entrada en servicio en las fuerzas francesas está programada para 2007. El Exocet Block 3 reemplazará a los Block 2 que están en servicio en unidades de superficie, ya que es totalmente compatible con los contenedores-lanzadores y con todo el material de entrenamiento y mantenimiento. Sin embargo, no se sabe si será compatible con la cápsula del SM.39.

En un contexto de enorme desarrollo en materia de radares, las mejoras no son nada extrañas: rediseño de la estructura para reducir su firma radar e infrarroja, y un nuevo sistema de propulsión que aumentaría su alcance a los 180 km como máximo. Esto estará complementado con un nuevo sistema de guía, el cual incrementará las chances del misil para penetrar las defensas antiaéreas. De esta manera, al Block 3 podrá programársele una ruta de vuelo en 3D, con ataques desde diferentes ángulos, además de alturas variables. Se ha hecho gran énfasis en mejorar la maniobrabilidad del misil en todo tipo de aspectos.

En la fase terminal del ataque, el nuevo Exocet contará con un radar activo con patrones adaptativos de búsqueda, el cual podrá discriminar blancos de diferente tipo (por ejemplo, atacando los buques con mayores señales de radar, generalmente los más grandes). Además, ahora podrá atacar blancos costeros, gracias al agregado de un GPS que le permitirá ubicarlos: una nueva habilidad que lo hará más versátil en el campo de batalla.

Aunque similar en diseño, las fotografías que se tienen del Block 3 muestran varios cambios muy notables. El sistema de propulsión es ahora más potente, incluyendo un booster y un turbojet. A diferencia de las versiones anteriores, que usaban dos etapas de cohetes (los cuales no requieren de oxígeno para funcionar), el turbojet da mayor alcance, pero requiere de cuatro pequeñas tomas de aire, ubicadas detrás de cuatro nuevas aletas. Las aletas y el turbojet están diseñadas igualmente para hacer más maniobrable el misil, particularmente en la etapa de aproximación al blanco.



AM.39 dispuesto en un Rafale francés


Operadores

* Argentina (Armada Argentina: MM.38, MM.40 y AM.39)
* Bélgica
* Brasil (Marina de Brasil: MM.38, MM.40 Block 2/2 y AM.39)
* Chile (Armada de Chile: MM.38, MM.40, AM.39 y SM.39)
* Colombia
* Chipre (MM.40)
* Ecuador (MM.40)
* Egipto
* Francia
* Alemania
* Grecia (MM.38, MM.40, AM39)
* Indonesia (MM.38, MM.40 Block 2)
* Irán
* Iraq
* Kuwait
* Libia
* Malasia (Marina Real de Malasia: MM.38, MM.40 Block 2)
* Marruecos
* Omán
* Pakistán
* Perú (Marina de Guerra del Perú: AM.39, MM.38)
* Qatar
* Sudáfrica
* Tailandia
* Turquía (MM.38)
* Emiratos Árabes Unidos
* Uruguay
* Venezuela
* Corea del Sur

miércoles, 3 de febrero de 2010

ACCION DE LOS CIVILES EN LA GUERRA DE MALVINAS

* Por Jorge Muñoz

No bien se conoció en el ámbito ciudadano el acto de recuperación de nuestras Islas Malvinas debido a la acción de nuestras Fuerzas Armadas el 2 de abril de 1982 y la posterior decisión del Gobierno Argentino de consolidar nuestra posición en el archipiélago, se dio inicio en el orden nacional, a una movilización espontánea de un número muy importante de civiles quienes expresaron su deseo de brindarse en apoyo de la gesta.

Así mas allá del llamado que los organismos oficiales efectuaron a sus componentes, se autoconvocaron miles de argentinos quienes a través de sus oficios o profesiones se ofrecieron voluntariamente para cumplir funciones en el Atlántico Sur. Sin perjuicio de ello también diversos organismos no gubernamentales se presentaron a las autoridades con objeto de poder ser útiles en la emergencia nacional.

La participación de civiles en la gesta de Malvinas tuvo comienzo en las jornadas del mes de marzo de 1982 cuando 39 operarios civiles que se encontraban cumpliendo con el desguace de una factoría en las Islas Georgias del Sur, fueron testigos de la recuperación de esas islas por parte de los efectivos argentinos. Posteriormente, a fines de abril, estos hombres fueron hechos prisioneros, por fuerzas inglesas que volvieron a ocupar Georgias y sufrieron las duras contingencias de un injusto cautiverio en el portaaviones Invincible hasta que fueron liberados un mes después en el puerto de Montevideo.

OPERACIÓN ROSARIO

La Operación “Rosario” por la cual nuestras Fuerzas Armadas recuperaron Malvinas, también contó con la participación de civiles. En este caso se trató de tres periodistas que acompañaron a la fuerza de desembarco. Ellos fueron José María Camarotti del diario la Razón; el redactor Salvador Fernández y el fotógrafo Osvaldo Zurlo ambos del diario Nueva Provincia. Estos eficientes profesionales además de soportar estoicamente las peripecias de una mar embravecido cuando estuvieron embarcados junto a las tropas en la difícil travesía, al desembarcar se encontraron en grave peligro cuando los infantes ingleses que ocupaban las islas resistieron atacando a nuestras fuerzas.

Posteriormente la necesidad inmediata de proveer a la nueva gobernación de Malvinas de una infraestructura oficial necesaria para su debido funcionamiento hizo que se presentaran para ser trasladados a las islas los componentes de un nutrido contingente de empleados, funcionarios y técnicos que iban a dar vida y funcionamiento a la flamante administración.

Dentro de esta categoría de profesionales el Estado Nacional a través de sus Empresas de servicio proveyó de los siguientes elementos civiles:

ENCOTEL (Empresa Nacional de Correos y Telégrafos)

La Secretaría de Comunicaciones dispuso la creación de la Oficina Radiopostal “Islas Malvinas” con asiento en Puerto Argentino y para su funcionamiento designó como Jefe al Director General Everto Hugo Caballero secundado por José Manuel Chavez y Lucio Eduardo Manzini como Jefe de Radioaficionados. Esta delegación se vio reforzada luego por la llegada de dos funcionarios Victor Ramsky y Virgilio Vitaliano.

La oficina Radiopostal dio curso sin tregua durante todo el conflicto a la entrega y envío de miles de cartas, telegramas y encomiendas cuyos principales destinatarios fueron nuestros soldados. Esta función se cumplió en las más difíciles condiciones, bajo constante amenaza de los ataques enemigos y en diversas ocasiones las entregas fueron llevadas atrevidamente en una pequeña avioneta al interior de las islas.

ENTEL (Empresa Nacional de Telecomunicaciones)

Fueron seleccionados para trasladarse a Malvinas el Jefe de Transmisión, Agrimensor Carlos Rossato, con 27 años de servicios, especialista en microondas; el jefe de Servicio Técnico de la Planta Don Bosco, Vicente Pugliese; el jefe de Servicio Mario Pietra y el Telegrafista Segundo Lares. Arribados a Pto Argentino pasaron a depender del Mayor de la Fuerza Aérea Antonio González Iturbe, Jefe de la Planta de Transmisión.

Desde la Planta Central se transmitió por varios circuitos, vía Bs As se efectuaron enlaces internacionales (Phon – Pach), especialmente con la línea cadena Caracol Colombia. Por radio Pacheco por vía costera, B Blanca, Trelew, Ushuaia.

Además de proporcionar comunicación al todo rl sistema de las islas, se habilitaron cabinas de funcionamiento público, permanente y gratuito para los combatientes en Pto Argentino.


LRA 60 RADIO NACIONAL y TV CANAL 7

Radio Nacional inició su trasmisión desde Puerto Argentino el 4 de abril con la voz del locutor nacional Norman Powell con la colaboración del operador Fernando Péndola y bajo la dirección de Ernesto Dalmau. Pocos días después comenzaría la emisión de LUT8, Canal 7 Islas Malvinas con el técnico Eduardo Oderigo. Estas emisiones locales en inglés y castellano, sirvieron para difundir noticias, servicios y música clásica y folklore nacional.


VIALIDAD NACIONAL

Bajo él la dirección del Ingeniero Alberto Gaffuri secundado por tres técnicos de Vialidad Nacional y once voluntarios de empresas privadas se formalizaron tareas conjuntas con Ingenieros Militares consistentes en trabajos de conservación vial; construcción de caminos, conformación de pistas para helicópteros, construcción de defensas etc. Para estos y otros trabajos los técnicos contaron con camiones, grúas, topadoras, motoniveladoras y demás elementos que le facilitaron cumplir su misión en el difícil suelo malvinero.

MEDICOS

El Ministerio de Salud Pública seleccionó entre miles de profesionales de la salud a tres médicos que fueron destinados a cumplir servicios en Malvinas. Ellos fueron los doctores Mario Lazar Bellico; José Hechor Soria y Oscar Ricardo Rojas, todos cirujanos que se hicieron cargo del Hospital civil “Eduardo VII” de Puerto Argentino. Las tareas médicas además de la atención de la población local, se extendieron al personal militar que era derivado para tratamientos y otras terapias en especial aquel personal victima de heridas de bala y pié de trinchera.

ORGANIZACIONES VINCULADAS A LAS FFAA

Siempre dentro de la categoría de voluntarios se hicieron presentes dos organizaciones compuestas de civiles que se nuclearon por su especialidad bajo la conducción de la Fuerza Aérea Argentina. Estas Fueron la R.O.A.(Red de Observadores Aéreos) y el Escuadrón “Fénix”.

La ROA que con sus radioaficionados tuvo una estructura operativa de cientos de técnicos en la Red Costera y Continental, participó activamente en Malvinas con la presencia de 23 miembros que distribuidos estratégicamente en el archipiélago cumplieron con notable efectividad funciones de observación, rastreo, localización e interpretación.

Munidos de sus propios equipos de trasmisión particular, estos valientes radio operadores fueron ubicados de dos en dos en lo alto de los montes de la Isla Soledad desde donde cumplieron su valioso servicio. Al finalizar el conflicto dos de sus miembros cayeron prisioneros junto a los efectivos militares.

La otra rama de voluntarios de la FA, el Escuadrón Fénix, estuvo compuesta por mas de cien pilotos y mecánicos civiles que operando maquinas de uso civil cumplieron tareas de diversión, guiado de escuadrillas, exploración, reconocimiento, búsqueda, transporte, información, fotografía y patrullaje.

Las aeronaves tipo ejecutivo provistas por Empresas particulares y organismos del Estado no tuvieron descanso y el peligro de tales misiones siempre estuvo presente. Casi al finalizar el conflicto el Jefe del Escuadrón y su tripulación fueron abatidos cuando operaban sobre Malvinas.

VOLUNTARIOS CIVILES - CAPELLANES

Dentro de la categoría de voluntarios civiles debemos mencionar a los Capellanes que acompañaron durante toda la campaña a nuestras tropas.

Más de veinte sacerdotes de todas las órdenes y niveles eclesiásticos cumplieron el arriesgado servicio de asistir espiritualmente a nuestros soldados y reconfortarlos en los momentos más duros de la batalla.

La siguiente es la nómina de los sacerdotes argentinos que concurrieron a las Islas durante el conflicto incluyendo a los sacerdotes con estado militar:

CARGO JERARQUÍA APELLIDO Y NOMBRE DESTINO Obispo Castrense VGM Monseñor Dr Manual Medina Guarnición Malvinas Ex Pro Vicario Castrense VGM Monseñor Dr Victorio Bonamín Guarnición Malvinas Capellán Castrense Pbro Dr José Fernández Coordinador Capellán Castrense RP Fray Salvador Santore ((OP) Cdo Agr Ejército Pto Argentino Capellán Castrense
Pbro Dante Vega Hospital Militar Malvinas Capellán Auxiliar Pbro Idelfonso Benigno Roldan
(SDB) Cdo Br I Mec IX Capellán Auxiliar Pbro Natalio Astolfo (SDB) Hospital Militar Malvinas Capellán Auxiliar Pbro Santiago Mora Guarnición Darwin Pradera del Ganso Capellán Auxiliar
Pbro Luis Sesa Guarnición Darwin Pradera del Ganso Capellán Auxiliar
Pbro Santiago Bautista Baldazari RI 4 Capellán Auxiliar Pbro Jorge Luis Piccinali Ca Cdos 601/602 - RIMec 3 RI 4 Capellán Auxiliar Pbro Marcos Gozzi Guarnición Bahía Fox Capellán Auxiliar Pbro Nicolás Solonisky (SDB) Guarnición Puerto Yapeyú Voluntario Pbro Vicente Martínez Torrens (SDB) RIMec 25 Voluntario RP Fray Domingo Renaudier de Paulis (OP) RIMec 6 – Ca A/ RI 1 Capellán Castrense CN Capellán Pbro Pablo Cantalicio Sosa BIM 5 Capellán Castrense CF Capellán Angel Maffezini Componente ARA Capellán Castrense Monseñor Roque Manuel Puyelli Componente FAA Capellán Castrense Pbro Gonzalo Eliseo Pacheco Componente FAA – Prisioneros de Guerra St Edmund Capellán Auxiliar Pbro Juan Corti (SDB) Componente FAA Capellán Auxiliar RP Lic Fray Norberto Sorrentino (OP) Componente FAA Voluntario Pbro Gustavo Miatello Guarnición Malvinas
Acompañaron a Mons Medina en su visita pastoral del 16ABR82 los Capellanes Mayores de EA Mons José Mario Menestrina, ARA Pbro Domingo Carmelo Genise y FAA Pbro Ovidio Félix Trípode

Acompañó al que fuera Pro Vicario Castrense Mons Bonamín el 22ABR82 el Capellán Castrense del Min Defensa y EMC Pbro Francisco Pablo Casella

Monseñor Desiderio Elso Collino, Obispo por entonces de Lomas de Zamora viajó a las Islas con la Comitiva que asistió el 7 de abril a la puesta en posesión del Gobernados Militar.


MARINOS MERCANTES

La participación de mas de cincuenta barcos mercantes argentinos en apoyo de la batalla por Malvinas con la concurrencia de casi mil hombres de la Marina Mercante nos hablan de la masiva participación de los civiles en el conflicto.
Estos elementos cumplieron acabadamente con dos misiones primordiales: Tareas Logística y de Inteligencia. Dentro de las primeras mencionaremos el abastecimiento a las islas y puertos Patagónicos, transportes de personal, abastecimiento y reabastecimiento de nuestra Flota de Mar.

Las tareas de inteligencia llevadas a cabo por cargueros de ELMA y pesqueros particulares tuvieron el resultado de un alto rendimiento de información para nuestros mandos militares.

Sin perjuicio de ello también se contó el apoyo del Servicio de Prácticos y del buque Escuela de nuestra Marina Mercante para el control del Río de la Plata.

Pero quizá la sola enumeración de un dato nos daría la dimensión del valor y sacrificio de nuestros civiles en el mar. Dieciocho hombres de nuestra Marina Mercante dieron su vida al ser resultar atacados y hundidos los barcos que tripulaban.

Los peligros que debieron soportar nuestros marinos quedaron reflejados también en la cifra de barcos siniestrados en Malvinas. De ocho barcos mercantes que arribaron o se acercaron a las islas tres de ellos resultaron hundidos: el ELMA “Rio Carcarañá” (Capitán Dell’Elicine), el Transporte Naval “Isla de los Estados”(Capitán Tulio Panigadi +) y el pesquero “Narwal” (Capitán Néstor Fabiano); el cuarto, el Transporte Naval “Bahía Buen Suceso”, quedó fuera de servicio por efecto de un ataque aéreo.

PERSONAL SANITARIO

Fueron seis profesionales Instrumentistas Quirúrgicas que sirvieron voluntariamente en el Buque Hospital “Alte. Irizar”. Las mismas simbolizan el valor de la Mujer Argentina en beneficio de la Patria durante la Gesta de Malvinas.

COLABORADORES

Debe señalarse también la colaboración prestada entre otros, por el empresario Lic Alfredo Péculo, quien asesoró en cuanto al adecuado tratamiento de los caidos en combate para su correcta inhumación cuando fue posible.

PRESENTACIONES VOLUNTARIAS

Un merecido recuerdo merecen los miles de ciudadanos que se presentaron espontáneamente en los Centros de Reclutamiento, en calidad de Voluntarios para Malvinas y que actualmente conservan como preciado tesoro el reconocimiento que mediante un certificado les otorgó el Ministerio de Defensa.
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* Historiador e Investigador de la Gesta. Socio adherente de nuestra entidad.

martes, 2 de febrero de 2010

Fallo ejemplar: Cámara de Casación “Malvinas no fue un crimen más de la dictadura”

Un duro golpe a lo desmalvinizadores, es el producto del fallo de la Cámara de Casación Penal al expedirse sobre un caso de supuesto estaqueo en el continente. Casación lo declaró prescrito e infundado, No hay delito de lesa humanidad para los jueces…
La Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal consideró que vejámenes de militares contra conscriptos argentinos en Malvinas no son delitos de lesa humanidad y, por lo tanto, las acciones penales que por esos hechos están prescriptas. Así lo dispuso al revocar dos resoluciones de la Cámara Federal de Comodoro Rivadavia, por las que había rechazado dos recursos de apelación presentados por el subteniente Jorge Taranto y el capitán Daniel Polano, contra la decisión que había calificado a esos hechos como crímenes de lesa humanidad.
Ante un recurso de apelación presentado contra el polémico fallo de agosto pasado, donde la Cámara de Casación de Cómodoro Rivadavia (2 votos contra 1) expresaba que Malvinas había sido un crimen más de la dictadura. Sin embargo, en el día de hoy, la La Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal (todos votos positivos) le dio la razón a la defensa.
Dos casos
El caso de Río Grande, el fallo “Pierre”, donse se acusa (entre varios acusados) al por aquel entonces subteniente Jorge Taranto (conductor del famoso programa radial “Malvinas, la verdadera historia” de Radio 10) de haber cometido cinco actos ilícitos en las Islas Malvinas, entre ellos estaqueos a sus soldados.
El caso de Comodoro Rivadavia, el fallo “Vassel”, donde su acusa a Daniel Polano, por entonces Capitán, y a Hugo Álvarez de haber estaqueado por dos horas en Comodoro Rivadavia (previo a Malvinas), a un soldado.
Comodoro Rivadavia: El fallo polémico
La jueza Eva Parcio de Seleme, titular del Juzgado Federal de Comodoro Rivadavia, rechazó en febrero último una excepción de prescripción en una causa similar. La magistrada sostuvo que los hechos investigados están enmarcados en el contexto histórico que atravesó el país entre 1976 a 1982, en el marco del denominado Proceso de Reorganización Nacional, “coincidente con las ilegítimas e ilegales acciones y crímenes aberrantes cometidos por la última dictadura militar”. Agregó que “la guerra de Malvinas formó parte de ese nefasto proceso con un inusitado proyecto de mantenerse en el poder. Que el hecho investigado forma parte en su generalidad, de un conjunto de hechos similares en relación a que las víctimas resultaban ser soldados conscriptos en el conflicto armado de Malvinas y que fueran cometidos en su perjuicio por algunos Oficiales y Suboficiales de las Fuerzas Armadas cometidos tanto en el continente como en el territorio de las islas”. A raíz de ello, la defensa apeló a la Cámara Nacional de Casación Penal, tribunal de mayor rango.
El fallo de la Cámara Nacional
Con el fallo conocido hoy, se declara prescrita la causa, por no ver que en ella haya un delito de lesa humanidad. El fallo Polano sienta precedente en la jurisprudencia, que la Guerra de Malvinas, fue un hecho distinto al accionar aberrante de la dictadura, y que si el acusado merecía una pena, no podrá ser más que un reproche por medio de los fueros militares o bien, una sanción administrativa.
Resumen del fallo “Polano”: El doctor Juan E. Fégoli dijo: “En consonancia con los autos traídos aquí a estudio, en la causa “Taranto, Jorge Eduardo s/recurso de casación” del registro de esa Sala I señalé que tanto los crímenes comunes como los crímenes contra la humanidad tienen la peculiar característica de atentar contra bienes jurídicos individuales. Es por ello que en este sentido resulta de vital importancia trazar una línea teórica que sirva como criterio de distinción al respecto, la que, como se verá, permitirá concluir que en el sub lite, realizado un juicio de tipicidad a partir de los elementos del tipo del delito de lesa humanidad, no resultará posible calificar conforme aquél los hechos imputados a Polano.
En el caso considero que por más aberrantes que puedan resultar las acciones que presuntamente se habrían desarrollado, no se encuentran acreditados los requisitos de sistematicidad ni generalidad del ataque, como elementos que elevarían los delitos supuestamente cometidos a la categoría más grave de delitos contra la humanidad. Y es que aún cuando pudieron haber existido numerosos hechos, las constancias de los autos principales revelarían que los mismos habrían respondido a la propia iniciativa de sus ejecutores ante la eventual comisión de una infracción, cuestionable o no… pudiendo colegirse de ello la inexistencia de un plan preorganizado.
Al respecto, corresponde señalar que no resulta plausible dar por probada la denominada pauta de contexto en que debe verificarse el delito a partir del momento histórico en que se desarrollaron los hechos y que, en función de esa coincidencia temporal con otros actos perpetrados por el gobierno de facto que detentaba el poder, aquéllos deban quedar subsumidos en la misma calificación que éstos. Una elaboración de esta índole no solamente adolece de falta de logicidad, sino que además, podría conducir a resultados jurídicos de manifiesta arbitrariedad, llevando a considerar crímenes de tal entidad a delitos aislados por la sola circunstancia de haber sido cometidos por personal o autoridad de alguna fuerza y durante la última dictadura militar.
La pretensión de que el hecho que se denunció en esta causa constituye un crimen de lesa humanidad no es en absoluto correcta. No sólo no resiste el análisis relativo a los textos legales internacionales contemporáneos. Tampoco puede subsumirse el hecho en la categoría de delitos de lesa humanidad si se atiende a la idea central que ha constituido la motivación histórica con la que ha sido modelada la categoría, es decir, en el propósito de distinguir los crímenes de lesa humanidad de los delitos comunes…”
“Así las cosas, sentado cuanto precede, propongo al acuerdo hacer lugar al recurso de casación interpuesto por la defensa, debiendo remitirse las actuaciones a su procedencia a fin de que se dicte un nuevo pronunciamiento de conformidad con la doctrina aquí sentada, sin costas.”
Jueces Raúl R. Madueño, Juan E. Fégoli y Juan C Rodrñiguez Basavilvaso.
La postura de la defensa, avalada por unanimidad de los jueces de Casación:
“Queda descartada la calificación como delito de lesa humanidad toda vez que, no solo la supuesta víctima pertenecía al ejército…, sino que en la especie se investiga un acontecimiento que aparece claramente como circunstancial y aislado, que no tuvo ninguna conexión con la ideología política del damnificado, ni fue parte de una política general del Estado…”.
“La aplicación de la ´Convención sobre imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Delitos de Lesa Humanidad´ a esta especie es inconstitucional por implicar una aplicación retroactiva de la ley penal contraria al art. 18 de nuestra Carta Magna.”
“La pretensión de englobar al conjunto de los militares profesionales como verdugos de sus propios soldados, es falsa, malintencionada e injusta. Los casos de inconductas o delitos, deberían haberse denunciado y juzgado a través del Derecho Penal Argentino y el Código de Justicia Militar, oportunamente. Hoy sólo queda la instancia desancionarlos administrativamente mediante decisiones emanadas del Poder Ejecutivo Nacional…”.

Sacado de www.malvinense.com.ar

El Escuadrón Olvidado





Mucho se ha hablado de la Guerra de las Malvinas a lo largo de las últimas dos décadas. Pero la historia oficial ha olvidado al Escuadrón Panhard del Destacamento de Exploración de Caballería Blindada 181.
Los informes oficiales del Ejército Argentino, lo mencionan como dos Secciones de Panhard agregadas al Escuadrón de Exploración 10. La realidad fue muy distinta, en las órdenes este Escuadrón figura como un elemento de reserva independiente. Por otra parte fue el único elemento blindado presente en las Islas Malvinas en el bando argentino.
El Escuadrón Panhard, en los últimos días de la guerra de Malvinas, apoyó con fuego el constante repliegue de la infantería argentina


Esta investigación trata de revivir aquellos últimos días de junio de 1982 previos a la rendición presentada por el General Menéndez, momentos en los cuales este heroico Escuadrón blindado, protegió a riesgo de su destrucción las tropas que se replegaban, manteniendo un fiero duelo con la artillería de campaña británica.

El Blindado de Malvinas
Sesenta unidades blindadas Panhard AML H 90, fueron adquiridas por el Ejército Argentino en 1977. Fabricadas en 1960 por la empresa francesa Panhard poseían como característica principal su fácil maniobrabilidad, su relativa liviandad (peso en orden de combate de 5,5 toneladas) y su gran autonomía (entre 500 a 600 kms). Era capaz de desarrollar en caminos pavimentados unos 100 kms por hora. Con una tripulación de tres hombres, estaba bien armado con cañon DEFA 921 de Cal 90 mm y 2 AA 52 Amet Cal 7,62.



Doce de estos blindados, de los cuáles ocho eran del Destacamento de Exploración de Caballería Blindada 181 fueron a las Islas Malvinas.

Tambores de Guerra

El 2 de abril de 1982, formaba en la Plaza de Armas el Destacamento de Exploración de Caballería Blindada 181, Esquel, Chubut. Su Jefe, el Teniente Coronel Jorge Raúl Spinetta, comunicó esa mañana que la Argentina había reconquistado las Islas Malvinas.
Inmediatamente el Destacamento se dio a la tarea de iniciarlos preparativos para brindar la Seguridad Estratégica Operacional, en su zona de responsabilidad. Para ello, el Jefe de Destacamento puso ambas Secciones Panhard (una con cuatro vehículos, la otra con cinco) bajo las órdenes del Subteniente Tamaño, constituyendo de hecho una subunidad blindada de reserva disminuída.
Las Secciones PANHARD pertenecían a los Escuadrones de Exploración A y B, , siendo segregados de estas subunidades para conformar este elemento reserva, que luego se constituyó por orden del Comandante de la IXna Brigada de Infantería Motorizada en Escuadrón Panhard
En principio su misión fue de constituirse en una subunidad disminuida, de 2 secciones con un total de nueve AML Panhard, con Grupo Mantenimiento y Abastecimiento.


Día 5 de abril, Jura de la Bandera antes de salir de Esquel rumbo a Malvinas, estas dos tripulaciones son las que fueron destacadas al RI 6, cerca del aeropuerto.
Sarg. Castillo Ramón, S/C 62 Veneciano Julio y Cabo Conductor Motor Mambrín Jacinto
S/C 62 Acosta Juan, S/C 63 Mancisidor Gerardo y Cabo Conductor motor Montero Cesar.


Panhard desplazándose por las calles de Puerto Argentino.

Entre el 2 al 5 de abril, las seccione Panhard efectuaron ejercicios de instrucción de tiro de ametralladora y los pasos previos del de cañón.
El 5 de abril, a la mañana, recibe la orden esta pequeña subunidad blindada de alistarse para marchar al atardecer a Comodoro Rivadavia a fin de embarcarse a las Islas Malvinas. Ese día se agrega como Jefe de la 2da Sección el Subt Fernando Pedro Chércoles. Aproximadamente a las 1900 hs, el Escuadrón parte de Esquel, siendo despedido por la Unidad formada al completo con Bandera de Guerra y Banda. Durante la noche del 5 al 6 de abril, cubren los más de 600 km a Comodoro Rivadavia. Fue una marcha blindada muy extensa. Uno de los vehículos sufrió averías y no pudo pasa a las Islas Malvinas.

Finalmente el 9 de abril se inició la operación de aerotransporte mediante los grandes cuatrimotores Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina. Ya en Puerto Argentino, las secciones son reforzadas con un Grupo Panhard (2 vehículos) del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 9. El Escuadrón Panhard cuenta entonces con 10 vehículos y conforman el Escuadrón Blindado reserva de la IXna Brigada de Infantería Motorizada, con sede en Moody Brook.
Días más tarde, cuando se hace cargo el Comandante de la Xma Brigada de Infantería Mecanizada de las fuerzas destacadas en las Islas Malvinas, quién decide designar otro Jefe de Escuadrón (hasta el momento el subteniente más antiguo oficiaba en carácter de tal), a un Oficial Subalterno, finalmente se coloca al frente de este Escuadrón Panhard al Mayor Domingo Carullo. La cantidad de vehículos se ve incrementado con el arribo de dos Panhard del Escuadrón de Exploración 10 (los únicos vehículos que llevaron a Malvinas). El Escuadrón finalmente es conformado con 12 vehículos blindados.



Durante los días previos al 1ro de Mayo se continúo con el entrenamiento del personal, mantenimiento y reconocimientos de las probables direcciones de los contraataques.
El 1ro de mayo, durante los ataques aéreo, los Panhard abre fuego por primera vez sobre una aeronave Harrier con las ametralladoras de torre.
Hasta el 11 de junio, la orden que tenía el Escuadrón era de permanecer en una Zona de Reserva, adecuadamente enmascarados durante el día en la pendiente rocosa de Sapper Hill. Esta era aprovechada durante la noche para evitar que el fuego naval dañase los preciados vehículos.
Entre el 12 y el 14 de junio, los blindados Panhard abrieron fuego en repetidas oportunidades con sus cañones sobre la infantería inglesa, apoyando el repliegue de las tropas argentinas. Las zonas batidas fueron entre otras Wireless Ridge y el Moody Brook Valley. En todos los casos, los vehículos fueron batidos por un fuerte y preciso tiro de artillería enemiga.

Si bien los vehículos resistieron el fuego de artillería sin inconvenientes pese al delgado blindaje, no pudo impedirse que cinco miembros del Escuadrón sufrieran heridas por esquirlas. Estas se produjeron por el fuego enemigo, sorpresivo y reglado por comandos británicos infiltrados entre la población civil, cuando el personal se encontraba desmontado.


Panhard en movimiento hacia el combate

Cabe destacar, que el Escuadrón Panhard mantuvo su aptitud de combate hasta el cese del fuego. Por otra parte fue el único elemento blindado de la Caballería Argentina en abrir el fuego con sus cañones en un conflicto bélico (el Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 10 combatió a pie como infantería, ya que no tenía sus vehículos blindados)



Orden de Operaciones Nro 01/82
La orden de operaciones Nro. 01/82 (Defensa) del 07 de abril de 1982 elaborada en Moody Brooke, en su faceta de ejecución, detalla para las acciones de maniobras descriptas en el párrafo 3[1] “Simultáneamente se mantendrá una Compañía de Infantería Helit como reserva para ser empleada en apoyo a los puntos fuertes de ambas islas y un Escuadrón Blindado (PANHARD) para ser empleado en apoyo de PUERTO STANLEY y alrededores” Según esta orden, firmada por el General de Brigada Américo Daher, Comandante del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur, el Escuadrón PANHARD de reserva, sería empleado a orden con la siguiente prioridad: con el Regimiento de Infantería 25 y con el Batallón de Infantería de Marina.



Esta orden es hoy día un documento histórico, que avala la existencia de dos Escuadrones de Caballería en Malvinas, uno sobre la base de un Escuadrón Independiente, orgánico desde la paz, con numerosos efectivos y que combatió como infantería, el otro, pequeño, pero dotado de vehículos blindados y constituido por la necesidad de la guerra. Esto reviste un gran valor, pues hasta el día de hoy la Bandera de Guerra del Destacamento de Exploración de Caballería Blindada 181, no ha recibido su Medalla de Campaña, con la excusa de que el Escuadrón Panhard no era una subunidad orgánica (de acuerdo a los Cuadros de Organización), sino constituida bajo la necesidad de la guerra.






El Escuadrón Panhard en acción.
El Subteniente Chércoles y sus hombres, en sus informes aseguran haber efectuado entre 60 y 70 disparos por apreciación de distancias (los Panhard solo tenían aparatos de puntería para tiro directo).


El Teniente (R) Fernando Pedro Chércoles, quién fuera el Jefe de la Sección Cobra del Escuadrón Panhard, rememorando sobre un Panhard en Puerto Argentino. Enero de 2003



En sus dichos el entonces Subteniente Tamaño sostenía que en su momento intentó convencer a sus superiores para efectuar un empleo más “dinámico” y agresivo, en particular empleando el camino costero que desde los lindes de la ciudad discurría a lo largo de la costa hacia Monte Williams. La pobre movilidad en el suelo turboso aconsejaba restringirse a los caminos. La mayor amenaza lo constituían los misiles antitanques Milan, ya que los Panhard poseían una potencia de fuego superior a los Scorpion, armados con un cañon de 76 mm de baja velocidad inicial. La táctica básicamente consistía en abrir fuego sobre la infantería a distancias superiores a los 3000 metros, a fin de evitar exponerse al fuego de los misiles antitanques. Otras contramedidas concebidas, era el avance por escalones, a fin de contar con fuego de neutralización sobre los apuntadores de dichos misiles. Quedaban sin embargo tres problemas más a resolver, el primero la falta de superioridad aérea local; el segundo, la falta de capacidad de visión nocturna, y por última, no contar con infantería mecanizada, y artillería que acompañara el contra-ataque de los blindados Panhard.






tanque Panhard al lado de obus abandonados luego del fin de la contienda


Panhard capturado por los Britanicos

Miembros del escuadron Panhard en su regreso al continente, los tanquistas del "3 de Fierro" son recibidos en su Cuartel de Esquel con todo el Destacamento Formado.

Escuadrón olvidado, hombres ignorados.

Esta subunidad de caballería tan particular ha quedado en un extraño olvido, siendo sus hombres ignorados. Hombres que combatieron con valor, siendo los cinco heridos testigos de los riesgos corridos. Ellos esperan algún día ver la Bandera de Guerra de su viejo Destacamento reconocida. Ellos fueron a luchar por su Patria, por el honor de su Destacamento, el legendario “3 de Fierro”, y por que no por sus camaradas. Un tanque es un equipo, y la vida de uno depende de su compañero.
Debieron luchar contra un clima inhóspito, un enemigo difícil, que no escatimó medios para destruir este elemento blindado, y cuando les tocó combatir lo hicieron con las mejores tradiciones de la caballería blindada. Quizás más de un infante debe su vida a la cobertura de fuego brindado por estos vehículos.
De los cinco hombres heridos, solo uno recibió la Medalla al Herido en Combate, el resto sólo llevan como condecoración las cicatrices que la metralla inglesa labró en sus cuerpos. La Bandera de Guerra del Destacamento, no tiene su Medalla de Campaña, ni sus hombres tienen la posibilidad de lucir el escudo “A los Bravos de Malvinas”.
Es por eso que este tipo de olvidos, son siempre dolorosos para el alma y el espíritu de un Soldado. Sean estos párrafos un consuelo para estos hombres ignorados.





El 31 de marzo de 2006 el Regimiento realizó una formación especial para homenajear a sus veteranos de guerra. En esa oportunidad se inauguró un monumento recordatorio.